Hoy os voy a seguir hablando del proceso de creación de la
crisálida.
Si no sabéis aún de qué va esto os dejo con algunas entradas
anteriores para que no perdáis ripio:
Ahora que estáis al día, ya sabéis que todo ha acabado
derivando a una “piel” que envuelve unas cuantas estancias de la casa, quedando
los cuartos húmedos y el dormitorio principal en la parte interna y el resto de
las estancias en la parte externa de la crisálida.
Para hacerla real y potente de una forma fácil decidimos
empezar a concretar colores (los materiales vinieron después), imaginándolo
todo de forma abstracta, como en bloques de color.
Puesto que es un poco difícil de entender el concepto y
además visualizarlo en el plano, os añado un esquema antes de empezar con las
explicaciones:
Para el exterior de la piel de la crisálida elegimos el
verde como color más representativo en éste caso y para el interior de la piel
estábamos indecisos, no sabíamos si interpretarlo jugando con los colores de
las alas de alguna especie de mariposa mediante mosaicos o bien elegir el rojo
como representación del interior del ser, de sus entrañas. Así que lo dejamos
un poco en el aire para ver qué materiales había disponibles que pudieran
recrear lo que queríamos.
Tengo que aclarar que sólo tratamos como interior de la piel
la parte interna de la pared que está señalada en la imagen, aunque para que
fuese más contundente y literal con respecto a la idea, el color del interior
de la zona de piel debía abarcar todos los paramentos de las estancias
delimitadas, pero, al ser concebido con colores tan potentes y vivos, decidimos
que la idea se quedase sólo en el paramento limitador proporcionando todo el
protagonismo a la piel en sí, el resto lo neutralizaríamos en blanco para
aportar luminosidad tanto en las estancias que dan al patio, (ya que apenas
entra luz al ser un primero) como en el resto de habitaciones para potenciar la
luz que entra de la calle.
Para enriquecer un poco más el tema de la metáfora de la
crisálida se me ocurrió que podíamos jugar con la luz-oscuridad, desde la
entrada hasta el salón degradando el pasillo en colores grises, pasando del
negro absoluto en la entrada (que ya de por sí es oscura) a el blanco luminoso
del salón, creando así una especie de símil con el camino que recorremos en la
vida, y el renacer de la mariposa desde la penumbra de la pupa.
En el aire revoloteando había más ideas, como poner el suelo
en un color neutro (posiblemente gris) para seguir dando todo el protagonismo a la piel, y aportar
un toque cálido en la pared larga del salón utilizando madera para “apoyar” de alguna forma visualmente la crisálida con una textura natural de por sí.
Así que en resumidas cuentas, los colores que teníamos en
mente eran:
VERDE: exterior de la piel.
MOSAICO DE COLORES o ROJO: interior de la piel.
BLANCO: resto de paramentos que no fuesen piel
excepto la entrada.
GRISES Y NEGRO: degradado del pasillo y entrada.
Suelo en general posiblemente.
MADERA
Como veis, tendríamos 6 colores distintos a partir de los
cuales empezamos a trabajar la gama cromática para llevar a cabo el siguiente paso
que sería la elección de materiales tanto para la construcción como para la
elección de mobiliario y otros elementos de decoración.
Con esto ya acabo por hoy…
gracias por leer hasta el final.
¡¡¡Feliz día amiguitos!!!